Sobre
un estrecho valle con un brusco desfiladero de empinadas laderas se encuentra el
pequeño pueblo de Moratilla de Henares.
Es
Moratilla de Henares un pueblo de casas de color arcilloso y de aspecto abandonado, siempre custodiado por la vigilante
estampa de su modesta parroquia de San
Miguel, alzada sobre un cerro. Hay que cruzar el pueblo para encontrarse con el
rio Henares que discurre cerca de las casas
intercaladas con las pequeñas huertas que se riegan con sus
aguas. Tiene dos puentes que cruzan el rio en su breve curso, uno, tosco y
utilitario; el otro, un desgastado arco de piedra, testigo sin duda de mejores
tiempos, hoy rematado con un pretil moderno de tosca factura.
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